Por la naturaleza del trabajo las personas con las que tengo la suerte de compartir mi tiempo con la cámara son maravillosas. Personas que aman su familia y que quieren tener para siempre una serie de fotografías que representen lo que son más allá de los famosos y fríos selfies.
Retratar, más que hacer una foto de la cara de una persona conlleva captar algo la personalidad de esa persona. Todo el mundo tiene un lado bello, por dentro y por fuera, que merece de alguna forma ser retratado y recordar como modelo de uno mismo. La mejor versión de ti mismo quizá la encontraste en tu niñez. En esa persona que ya tenía la esencia de lo que es hoy pero que sin embargo contaba con la inocencia tan pura.
Si hay algo mejor que trabajar con gente que valora el trabajo que te ha pedido es trabajar con gente feliz. Los niños traen alegría a las familias, rejuvenecen el alma de sus padres y refrescan el día a día de quien se encuentra con ellos por una vez.
He preparado esta pequeña muestra de fotografía a familias que espero que disfrutéis y os anime quizás a ser los siguientes en retratar.